Carrito

Carrito Vacio

Comprar

La Casa del Buen Café

Por varietale .com

Como una típica millennial, subía fotos a mi cuenta de Instagram y a quienes reaccionaban a mis historias les decía: "Tenemos que venir, es mi café favorito".

Pasé muchas horas aquí mientras estudiaba comunicación social en la Universidad Javeriana de Bogotá. En aquel entonces, los horarios de mi carrera generaban diversas quejas. A diferencia de los estudiantes de derecho, que comenzaban a las 7:00 a.m. y quedaban libres a la 1:00 p.m., los de comunicación social podíamos tener clases desde las 7:00 a.m. y, en el mismo día, otra de  6:00 p.m. a 9:00 p.m., con huecos que interrumpían cualquier rutina.

 

Varietale Javeriana

 

"Para eso está la biblioteca", decían los profesores más tradicionales. Sin embargo, no siempre era el lugar ideal para estudiar, comer algo, tomar un buen café, conversar y cambiar de ambiente. Ingresé a la Universidad en 2014 y, al año siguiente, para mi gran fortuna como amante del café y esclava de los huecos, abrieron el primer Varietale a pocos metros del famoso túnel de la Javeriana hacia la avenida Caracas. No era una simple cafetería, dentro y a la vista tenían su propia tostadora de café, se especializaban en café, 9 métodos de filtrado y 20 tipos de té en herbal; opción ideal para los que optan por bebidas alternativas. 

Solía llegar temprano, hacer fila y buscar una mesa, preferentemente cerca de un enchufe, y así disponerme a leer, estudiar o esperar a alguna amiga. Cuando no quería café, pedía un matcha y acompañaba mi pedido de una galleta de arándanos; placeres que no encontraría en la biblioteca. Además, en Varietale se podía hablar en voz alta, había una buena playlist de fondo y se respiraba un ambiente diverso, relajado y un tanto hipster,  por el piso de piedras del patio interior, las clásicas bicicletas paseadoras que colgaban de las  paredes, y las luces de bombillas que evocaban cualquier lugar menos una fría terraza bogotana. A esto se sumaban una gran cantidad de plantas, terrarios, cuadros heterogéneos y a veces obras fotográficas que iban cambiando con el tiempo. Varietale era un café, una galería, un espacio al aire libre e incluso un lugar para hacer amigos.

A lo largo de mi carrera visité el lugar muchas veces, aunque no siempre acompañada. Disfrutaba enormemente de la soledad, pero esto se volvía una desventaja cuando quería pedir algo o ir al baño y me daba pereza guardar todas mis cosas y levantarme arriesgándome a perder mi puesto. Por eso, le pedía a alguien con una cara amable que le "echara un ojo" a mi computador, mis cuadernos abiertos y mis esferos destapados sobre la mesa. Como buena cliente, en secreto me apropié de una de las mesas, y Daniel, un economista, se apropió de la contigua. De tanto pedirnos el mismo favor mutuamente, un día optamos por sentarnos juntos. Así comenzó una amistad que trascendió el aula; nunca hablábamos de tareas o parciales, en lugar de eso intercambiamos títulos de libros, debatimos muchos conceptos sobre las relaciones humanas y compartimos varias tazas de café.

 

Varietale Javeriana Cafés y Tés

 

Han pasado 5 años desde que solía ir a Varietale para escribir mi trabajo de grado, devorar la bibliografía o reunirme con mi directora. Recuerdo con cariño que de vez en cuando me traían café de cortesía. Además del gran aliado para la concentración: el americano, disfrutaba mucho del latte art, ya fuera en cappuccino o matcha latte, los expertos baristas me sorprendían con dibujos de perros, gatos, osos, que se deshacían a la primera cucharada pero me hacía feliz de solo verlos. Como una típica millennial, subía fotos a mi cuenta de Instagram y a quienes reaccionaban a mis historias les decía: “Tenemos que venir, es mi café favorito”. 

Quizás sea cierto eso de que volvemos a los lugares donde fuimos felices. Debo confesar que es encantador que algunas caras resulten familiares y asimismo ser reconocida, pero también tiene su magia descubrir nuevas cosas en los lugares que consideramos propios. Tanto los lugares como nosotros mismos tenemos derecho a cambiar, evolucionar y transformarnos. Hoy, camino por la gran casa y puedo identificar qué es nuevo, qué cosas eran diferentes "en mi época" y qué permanece a pesar de que "nosotros, los de entonces, ya no seamos los mismos".

 

 

Al entrar, observé la vitrina, me permití antojarme y luego, con determinación, sin saber qué encontraría, me dirigí hacia el fondo; ahora se pide desde de la mesa. Fui atendida por una amable mujer llamada Rosa, pude leer su nombre en el delantal de cuero. Tomó mi pedido y se marchó. Mientras se alejaba recordé con mucha nostalgia mis largas mañanas acompañadas por un croissant o una galleta y cuando me sentaba en el jardín interior pidiéndo al cielo que no lloviera para poder respirar aire fresco en el piso de piedras. Siempre me pareció un muy buen detalle que mejoraba la experiencia el hecho de que pusieran butacos para las maletas y así cuidar de ellas, esto se mantiene. 

Cómo hemos cambiado... Hay cierto placer en encontrar las cosas "como las dejamos", pero ver cómo este lugar ha crecido, al igual que todos los Varietales, me llena de un orgullo difícil de explicar. Siento ganas de decir "Yo conocí este lugar primero, yo estuve aquí antes". Es una sensación de descubrimiento, redescubrimiento y confianza que forma parte de una de las mejores épocas de mi vida y que, taza a taza, sigue cultivando el ánimo de estudiantes con huecos y reuniones que buscan un lugar un poco más tranquilo para crear los recuerdos que los acompañarán el resto de sus vidas.

Para estudiar está la biblioteca, es cierto, pero ahí el café es combustible, una bebida recalentada o de máquina que no invita a detenerse sino a continuar sin parar, sin deleitar los sentidos, sin cuestionarse de dónde viene, quién lo cultivó o cómo fue tostado. En Varietale, el café es una excusa para reunirse, para disfrutar, aprender e incluso enamorarse más del café, ellos saben y exaltan el proceso que incluye compromiso con el medio ambiente, el reconocimiento al trabajo del caficultor, el cultivo y la selección cuidadosa de los granos, su tostión y posterior preparación de cada taza.  Por eso es que más que la casa del buen café, es la del buen estudiante.

Valeria Ortíz.
@sevalescribir

Dejar un comentario

Tu dirección de correo no será publicada. Todos los espacios marcados con (*) son obligatorios.

img

Añadido a tu Carrito!